Lo que más me gusta de recibir nuevas crónicas de carreras es el comprobar al leerlas cómo van mejorando mis amigos.
Cada minuto que ellos recortan al crono es una motivación para mí también. Tengo que tratar de seguirlos, de no quedarme atrás.
No os voy a adelantar como le fue a Adrián y su trisuit de flamingos. No quiero spoilers en esta crónica. Pero os puedo decir que es un perfecto ejemplo de que se puede ser competitivo alternando labores de padre y triatleta, algo que nos asusta a muchos.
Algún día le preguntaré de donde saca las horas y las fuerzas necesarias, pero eso ya sería, quizás, otra entrada del blog.
INTRODUCCIÓN:
Ironman (“IM”) Italia constituye mi segunda participación en un triatlón de larga distancia.
A diferencia del IM Zurich que completé el año pasado fruto de un calentón de última hora, esta participación fue preparada durante 8 meses.
La “aventura” surge a raíz de la propuesta de mi amigo italiano Enrico, natural de la región, que vive expatriado en un rincón profundo de Canadá donde hay tan pocas carreteras que te puedes permitir salir a rodar sin el Garmin Edge.
Sabedor de mi afición por este deporte me propuso participar con el aliciente de pasar una semana de vacaciones gastronómicas con la familia por la región post carrera.
Y es que amigos, yo me apunto a un bombardeo…
La carrera tiene lugar en Cervia, una localidad costera bañada por el mar Adriático famosa por su sal, sus piadinas, y por tener un laberinto de calles que se traga a los turistas que no llevan navegador en el coche.
Es la primera vez que se celebra un IM en Italia.
Tras 9 horas de trayecto en coche embutido en pantorrillas y calcetines de compresión llegamos a Cervia dentro del horario previsto.
Ethan, mi hijo de 22 meses, se ha portado como un campeón y nos ha permitido hacer las paradas justas.
DÍA PREVIO:
Por la mañana hago una hora de rodaje suave en bici antes de que los italianos tomen la carretera. Tras el largo trayecto en coche es fundamental soltar las piernas y activar la musculatura asi que salgo pronto ya que no soy fan del estilo de conducción italiano y me fio poco de su respeto al ciclista.
Tras el paseo en bici y un segundo desayuno, vamos a registrarnos.
Por motivos prácticos, en esta carrera por primera vez me llevo la bicicleta y la equipación para hacer el check-in nada más concluir el registro.
Normalmente regreso al hotel para llenar las bolsas de transición tranquilamente, pero opto por esta opción para “ahorrar tiempo” y tener un día algo más relajado en la playa con la familia y amigos.
Tras dejar las bolsas, podemos comprobar, como ya me había anunciado en Instagram @CharlesHunk, que el área de transición es infinita.
Solamente tres filas de bicis para acomodar a 2.584 participantes. Traducido al cristiano, 700m de recorrido desde la carpa de transición hasta la zona de montaje.
Aquí comienzan mis dudas sobre cómo plantearme el proceso de transición. Normalmente me calzo las zapatillas de bicicleta en la carpa de transición (muy principiante, sí lo sé…) pero en esta ocasión, me parece arriesgado correr 700m con ellas, no sólo por miedo a resbalarme sino por romper las calas.
Dicen que en carrera no hay que experimentar, pero me planteo seriamente aplicar la “técnica pro” y enganchar las zapatillas a los pedales y calzármelas en marcha.
Tengo la suerte de que mi “parking” de bicicleta está al lado de un baño portátil, lo cual me facilitará mis transiciones. El sol pica así que al colocar la bicicleta reduzco la presión de los neumáticos para evitar que no estallen por el calor.
Toda una leyenda de IM… y Paul Kayes de fondo 🙂
Tras el “check-in” nos dirigimos al “briefing” de atletas. Hoy presenta Paul Kayes, “La voz de Ironman” y la carpa esta abarrotada.
En seguida podemos comprobar por qué este señor es la voz. Todo un espectáculo animando al publico que grita y aporrea las mesas como si estuviéramos en La Bombonera.
Paul nos anuncia lo que todos sabemos, que la transición es muuuuuuuuuy larga. Muuuuuuuuuuuy larga. Haremos un swim-run-bike-run-run. Creo que quieren hacer la competencia a la Superleague Triathlon.
Y como bonus, nos comunica que el segmento de bici es de 185km, es decir, 5km más que la distancia estándar.
Ya en la playa hacemos un baño de activación sin neopreno. La temperatura es agradable pero no lo suficientemente cálida para aguantar más de una hora nadando. El mar está algo revuelto y la visibilidad es equiparable a la de nadar en un lago, o sea casi nula.
Mientras nos secamos, en la playa hacen la prueba de sonido de los altavoces. Suena una música propia de una banda sonora, que no sé si me evoca a gladiadores yendo a la batalla final o a cerdos yendo al matadero.
Ya en casa antes de salir a cenar preparo la equipación así como la hidratación y nutrición para la carrera. De esta manera tengo tiempo para repasar mentalmente todo durante la cena e irme a la cama tranquilo de que no me olvido nada.
Me doy cuenta de que me falta un gel de cafeína para mañana. Decido sacrificar el que me iba a tomar antes de la natación y reservo los dos que tengo para los segmento de bicicleta y carrera a pie.
Para mi alegría, por la noche cenamos en un restaurante donde servían comida italiana sin gluten, un privilegio difícil de encontrar para los celiacos que residimos en Suiza.
Opto por cenar a lo Rafa Nadal en Roland Garros y me pido una pizza en vez del típico menú rico en carbohidratos (pasta o risotto).
“RACE DAY”
Abro los ojos. La oscuridad es total pero tengo tal apretón en el estómago que doy un brinco al baño con la mala suerte de que tres minutos después, en plena faena, comienza a sonar la alarma despertando a mi familia… Son las 5 de la mañana.
La noche ha pasado rápida pero no estoy seguro de cuánto habré dormido. He pasado toda la noche con la cabeza embriagada de triatlón.
Curiosamente, el año anterior dormí como un lirón ya que no tenía ninguna expectativa sobre mi primer IM. Pero este año había mucho entreno detrás y, como consecuencia, muchas especulaciones internas sobre el resultado que podría obtener.
Por primera vez en la temporada, mi entrenador se mojó dándome sus estimaciones, conservadoras a mi parecer.
A diferencia de otras ocasiones donde desayuno un “Chrissie Wellington” (cuádruple campeona mundial de Ironman que desayunaba arroz con aguacate el día de la carrera), esta vez opto por mi desayuno tradicional de los sábados previos a la tirada larga de bicicleta que consiste en copos de avena con miel y tostadas de Nutella.
Tras desayunar preparo los bidones con los geles diluidos y aminoácidos, la bebida isotónica y repaso otra vez la lista de accesorios que debo llevar al área de transición para meter en las bolsas y la bicicleta.
Aquí se ve «claramente» que te faltaba un gel 😉
Llegamos a la zona de transición a las 6.30, 1 hora antes de la salida de los “pros”.
Tras rellenar y comprobar las bolsas de transición, finalmente me siento iluminado y encuentro una solución salomónica para la transición a la bicicleta.
Decido enganchar las zapatillas en los pedales y cuando llegue a la bicicleta, las desengancho y me las calzo.
De la bicicleta al área de montaje hay unos 100m así que me parece una solución prudente. Así, evito los riesgos de correr 600m con zapatillas así como un potencial incidente en la bicicleta.
Nada más dirigirme a la salida de transición para encontrarme con Enrico, un danés simpático con una bicicleta más apropiada para hacer L’Eroica que un IM (retro con marchas en el cuadro, las barras aero orientadas hacia el suelo (!?!?!), y ruedas de perfil de la época de Perico Delgado) me pide mi bomba de aire.
A pesar de que la organización proporciona bombas de aire, yo siempre llevo la mía para evitar colas y problemas por no saber usarlas.
Mi bomba tiene la particularidad de que, en vez de engancharse a la válvula, se enrosca. Con este señor, tengo la mala suerte de que tras hincharle la rueda delantera, cada vez que desenrosco la bomba su extensor de válvula se atasca y desenrosca a la vez, con lo que su rueda se desinfla por completo.
Afortunadamente, soy capaz de enroscar el extensor en la válvula de la cámara sin tener que desmontar la rueda.
Tras tres intentos infructuosos de hinchar la rueda, y con el pobre señor al borde un infarto, pido una bomba de aire a otro participante y solucionamos el problema. Uffff!
NATACIÓN:
Ya en la playa no puedo dejar de admirar la salida del sol. Las tonalidades naranjas del cielo me recuerdan mucho a mi primer 70.3 en Barcelona en 2015.
Esperando la salida. Esos momentos en los que no sabes si reir o llorar.
Me pongo el neopreno con cuidado, untándome bien cuello y extremidades con vaselina para evitar los incómodos roces.
El neopreno de Enrico es del año 2005. Me sorprende que se haya conservado tan bien durante más de una década. ¿Deslizará bien con tecnología tan obsoleta?
Me tomo un plátano, bebo algo de isotónico mientras Enrico come algún tipo de plasta casera envuelta en papel Albal.
Tras un breve contacto con el agua para activar el cuerpo me coloco al principio del cajón de salida de 1h10’ – 1h’20’. A pesar de que estimaba tardar algo menos de 1h10’ prefiero salir sin tráfico y coger mi ritmo.
BANG! Pistoletazo de salida para los pros!
Pasa una media hora hasta que mi grupo sale y en este tiempo aprovecho para calentar brazos, piernas y articulaciones.
La orilla tarda en coger profundidad obligándonos a correr unos 50m antes de comenzar a nadar.
Me posiciono en un buen carril que me permite coger ritmo evitando a posibles “Materazzis del triatlón”
El agua está agradable pero turbia. No obstante hay menos oleaje que el día anterior lo cual facilita la orientación para seguir el trayecto más directo a las boyas. La natación transcurre sin sobresaltos y con los rayos del sol penetrando el agua experimento un momento espiritual similar al vivido en IM Zurich.
Relacionado: Iroman Zurich 2016 – Crónica de Adrián Borrallo
A los 2.2km toca salida australiana mediante la cual corremos un breve tramo en la playa antes de meternos de nuevo en el agua para completar lo que queda hasta los 3.8km.
Esta modalidad es cada vez más popular en los IM ya que contribuye a dar espectáculo para el público. En este “intermedio” me veo corriendo bastante entero sin los mareos ni calambres en piernas que he sufrido en anteriores carreras.
Una vez en el agua completo el resto del segmento bien, disfrutando mucho.
- Tiempo final: 1h 6’26”
- Ritmo de 1’43”/100m
- 786° del ranking general.
Transición 1:
Tras correr 300m en la playa y ya en la carpa, comienzo el ritual de T1 de quitar neopreno -> limpiar pies de arena -> poner casco -> poner gafas de sol -> fijar dorsal, para seguidamente correr otros 600m hasta mi bicicleta.
Esos Flamingos causando sensación!
Al desenganchar las zapatillas de los pedales tengo la mala suerte de que pulso el botón del reloj con el plato de la bicicleta activando el segmento de bici antes de tiempo.
No hay carrera donde no tenga problemas registrando los tiempos!!
BICICLETA:
Este segmento comienza movidito.
Primero, porque con el “pánico del reloj”, pulso otra vez el botón por confusión. Ya se ha ido el registro de la carrera a la mierda (perdón)!
Ya sabes triatleta, si no grabas tu sesión en Strava no cuenta…
Reseteo el reloj y santas pascuas.
Una vez solucionado este incidente tengo la mala suerte de que en la segunda curva del pueblo, en una zona con asfalto para motocross, se me cae un bidón al suelo.
Afortunadamente reacciono bien y paro a recogerlo sin provocar ningún accidente.
Dada mi condición de celiaco, perder un bidón con sus valiosos hidratos de carbonos diluidos supondría comprometer mi rendimiento en carrera por falta de gasolina.
Al poco de salir de Cervia comienza un tramo pintoresco donde cruzamos los campos de sales.
Me vienen recuerdos de las Salinas de Ibiza, y por asociación, imágenes de mi amigo “the one and only” bailando encima de las mesas de Formentera. En seguida me quito estos pensamientos festivos.
Hoy la fiesta va de otro rollo. Es el “Sufferfest”.
Durante los primeros 30km hay muchos pelotones de 10-20 ciclistas lo que dificulta adelantar a veces.
Algún que otro participante aprovecha para “felicitarme” por mi “estiloso” tritraje de flamingos…
Me noto fuerte y alcanzo buena media de velocidad sin pasarme de pulsaciones. Adelanto a muchos participantes hasta que finalmente puedo circular algo más relajado al llegar a un tramo de 10km en autopista. Se me hace surrealista rodar aquí sin coches.
A mitad de la primera vuelta toca el único tramo “duro” de 6km. La subida al pueblo de Bertinoro que acaba en un puerto de 2km categoría 4 (según Strava) y supone una ascensión de 134m con un desnivel medio del 6% (con picos de 13%).
Tras coronar el puerto comienza el regreso a Cervia.
Esta segunda mitad de la primera vuelta se me hace dura. Siento la cabeza pesada y tengo mucho sueño. Me acuerdo del dichoso gel de cafeína que tuve que sacrificar antes de la natación.
Me planteo retirarme al llegar a Cervia. Es la primera vez que tengo semejante sentimiento en carrera.
Desecho esta idea inmediatamente. Han sido muchos los sacrificios para llegar hasta aquí.
A pesar de esta negatividad y fatiga logro mantener una buena velocidad media hasta Cervia y procuro respetar la rutina de hidratación (cada 12 minutos) y nutrición (una barrita energética cada 55km).
Ya en Cervia logro identificar a mi mujer e hijo animándome entre el público.
Siento fuerzas renovadas. Tirar la toalla sería una falta de respeto hacia ellos que han sido los que se han visto privados de pasar más tiempo conmigo por culpa de mi pasión por este deporte.
Las fuerzas renovadas son efímeras y al poco de salir de Cervia flojeo otra vez. Cada vez me cuesta más acoplarme a la bicicleta y para colmo se ha levantado mucho viento.
Es de esos días en los que vas en bicicleta y no importa qué dirección tomes que el viento siempre te viene de cara.
La vejiga me va a reventar y tras mucho aguantar con la esperanza de encontrar un baño portátil, paro y suelto lastre corriendo el riesgo de ser amonestado por un arbitro.
De vuelta en la bicicleta con la vejiga vacía me noto más ágil para pedalear e irónicamente, al kilometro de haberme parado, me cruzo con el dichoso baño portátil que tanto añoraba…
La segunda subida a Bertinoro se hace dura a pesar de que delante mía tengo a una triatleta italiana buenorra que me alegra la vista. A la chica le gusta llamar la atención y no se corta para animar a sus fans.
Los últimos 45km del segmento se hacen eternos. Decido tomarme la mitad del gel de cafeína que tenía reservado para los últimos 5km del segmento. No me ayuda mucho. El dolor de espalda y de hombros me impide acoplarme durante la mayoría del tramo de regreso.
Pierdo algunas posiciones pero a pesar de mi desventaja aero, la velocidad media no se resiente mucho.
- Completo los 185km en 5h34’05”
- Velocidad media de 33km/h.
- He escalado 137 puestos para colocarme el 649° de la clasificación general.
Relacionado: Maratón de Jungfrau (otra crónica de Adrián)
Transición 2:
Al igual que con la bicicleta comienza movidita.
Recordáis lo que comentaba al principio de que una regla de oro del triatlón es no experimentar en carrera. Pues ni corto ni perezoso decido probar a quitarme las zapatillas en marcha. Como era de esperar, calculo mal y llego a la zona de desmontaje con un pie calzado. Por suerte no me caigo y logro desengancharme antes de traspasar la línea y cometer una infracción.
¡Eso se llama apurar hasta la misma raya!
De fondo oigo a mi mujer e hijo animando pero en esta situación delicada no logro corresponderles con un saludo. Espero que no se hayan enfadado.
Una vez colgada la bicicleta hago buen uso del baño portátil para correr más ligerito. En la carpa me masajeo las plantas de los pies que me duelen bastante por las zapatillas de bicicleta y me pongo los calcetines con cuidado para evitar que me salgan ampollas por rozaduras.
CARRERA:
Los primeros metros transcurren con sensaciones inmejorables.
Tras el tute en la bicicleta no noto las piernas muy pesadas y lo mejor de todo, no tengo calambres. Corro los tres primeros kilómetros relativamente rápido a pesar de intentar contenerme.
Veo a muchos participantes andando y estirando. Siento algún que otro pinchazo en las rodillas. Bajo una marcha y paso a modo “hormiguita”. Voy a ritmo cómodo. El pulsómetro confirma las sensaciones.
Las calles están abarrotadas…
Estos “tifosi” son la pera! Me siento como Sergio Ramos bajando por la Castellana en bus con las Champions League a hombros.
La temperatura es muy agradable y por suerte los edificios nos protegen del viento.
A pesar de ir a un ritmo conservador, me pesa la cabeza. Tengo sueño y siento que si me paro en un avituallamiento, corro el riesgo de que mi cerebro se ponga en “off” y no pueda correr otra vez.
Vuelve la negatividad y con ello las preguntas de siempre:
- …¿por qué haces un Ironman?
- …¿por qué este afán de sufrir?
- …¿tantos sacrificios para vivir este calvario?
Alrededor del km 2,5 recojo la primera pulsera. La primera de cuatro pulseras de colores que me darán acceso a la alfombra roja de meta.
La maratón se va a hacer larga.
Es en este segmento en mi opinión, donde reside la esencia del Ironman. Has nadado 3,8km y pedaleado 180,2km (en Italia +5km de propina) y ahora te toca correr una maratón.
Recuerdo la sensación de “uaaaaalaaaaa” (en honor a mis compatriotas catalanes) que tuve en IM Zurich mientras unas voluntarias me ponían crema solar antes de correr. No terminaba de asimilar que tras 7 horas y pico de competición me iba a cascar mi primera maratón urbana.
En este segmento la faceta mental prima más que la física.
Hay que ser cabezón y decirse que “por mis cojones lo acabo”. Combatir el cansancio, las molestias y los dolores con pensamientos positivos, idas de olla mentales (¿qué se me hizo más duro, asistir a las 13 horas de parto de mi hijo o esta carrera?), absorbiendo el buen rollo de la gente y sobre todo admirando a otros atletas. Septuagenarios, gente obesa, discapacitados…
Por su coraje y sus ganas me quito el sombrero.
También ayuda fragmentar el objetivo en trozos. En mi caso, más que las pulseras se trataba de ver a mi mujer e hijo en cada vuelta y darles un beso.
¡Y es que mi hijo es un crack!
IronFamily: Anna-Marie, Ethan y Adrián
Un fanático de las “baish” (léase bicicleta en inglés) que no se echó su siesta sagrada para poder animar a su padre (un hortera vestido de flamingos que llevaba un cinta en la cabeza más propia de un herido de guerra que de un atleta).
Cada vez que me veía comenzaba a dar palmadas y a gritar “Pa-pa-pa-pa”.
¡Un fenómeno! A riesgo de sonar cursi he de confesar que mi amor por él creció exponencialmente esa tarde.
Con todo y con eso las vueltas se hacen largas. La temperatura baja bruscamente cuando el sol se esconde. Empiezo a tener frio, sobre todo en el cuello y la espalda baja por culpa de haberme estado mojando con esponjas. Realmente esta tarde no las necesito pero las uso por la costumbre de otras carreras.
Los últimos 3km decido apretar. Igual es tarde pero quiero ver cómo responde el cuerpo. Me noto fuerte. El ambiente es brutal. Al llegar a la alfombra roja, por primera vez decido bajar marchas y disfrutar del público.
Me acuerdo de mi madre que con toda seguridad habrá estado siguiéndome en Internet.
Hago un “Angry Bird parade in Chatanooga” (imito la entrada de Daniela Ryf, triple Campeona del Mundo de Ironman y vecina de Solothurn, al ganar el Campeonato del Mundo de 70.3 en Chatanooga, EEUU en 2017) por el que voy zigzagueando de un lado al otro de las vallas chocando los cinco con el público.
Daniela Ryf («Angry Bird«) en Chatanooga
Al llegar a la altura de Paul Kayes me paro, le miro a los ojos y me señalo al dorsal.
Las palabras que salen de su boca son celestiales:
“ YOU-ARE-AN-IRONMAN”.
Cruzo la meta con los brazos en alto en 3h49’25” a una media de 5’26”/km, posición 407 de la general.
Tengo a dos mentecatos de participantes parados en medio del arco comprobando sus relojes que me estropean la “photo finish” con la que pretendía hacer un poco de postureo en Instagram.
Conclusión de mi Ironman Italia:
Finalizo IM Italia con un tiempo total de 10h44’05”, posición 470 de 2.584 participantes.
Mi tiempo es mejor que lo que estimaba mi entrenador pero algo peor que mis expectativas.
No obstante, estoy muy contento ya que ejecutar una carrera de esta duración a la perfección es muy difícil.
En particular, estoy muy satisfecho con la estrategia de hidratación y nutrición (exceptuando el gel de cafeína que faltaba). No tuve ni calambres, ni hambre, ni problemas estomacales.
A nivel personal me quedo con una espina clavada, la sensación de haber podido dar mucho más en la carrera a pie.
El hecho de sentirme recuperado y con hambre de triatlón a los tres días de completar este carrera refuerza esta sospecha.
Ver participantes derrumbarse en la carrera a pie me impactó negativamente. Tengo que aprender a tolerar en competición los niveles de sufrimiento que he experimentado en un “brick” duro.
Según acababa esta crónica me cruce con una frase que resume muy bien mi sentimiento:
“The ability to dig deep within oneself is what differentiates a finisher from a competitor”
(La capacidad de cavar profundo en uno mismo es lo que distingue a un competidor de un finisher).
Sí, soy finisher.
Pero todavía no me siento competidor en la modalidad de larga distancia. Anhelo entrar en meta “vacío”, con la tranquilidad mental de haberlo dado todo.
La primera edición de lM Italia ha sido un éxito, un circuito precioso con un público sobresaliente.
Esta carrera concluye mi temporada 2017 de triatlón. Un año donde siento que he progresado notablemente como atleta.
Quiero dar las gracias a mi mujer Anna-Marie y a mi hijo Ethan por su apoyo incondicional.
A mi entrenador Dani Rodriguez de Personal Running por haber sabido gestionar bien mis virtudes y/o defectos para llegar en las mejores condiciones posibles a las carreras evitando lesiones, así como por haberme enseñado a disfrutar más de este deporte.
A mi amiga Pat por las pedazo de fotos (usadas en esta entrada) y a Enrico por haberme embaucado en esta experiencia, así como por la fiesta gastronómica a la que nos sometimos durante las vacaciones que siguieron.
¡No puedo esperar a organizar las siguientes vacaciones con vosotros!
¡Enrico, contigo empezó todo!
Aprendizajes que me llevo de este Ironman Italia:
- Me sienta bien tomar plátano y/o gel de cafeína y unos botellines de iso y agua antes de nadar, así como correr un poco para evitar calambres;
- En el segmento de natación, colocarme en el cajón de 60’-70’ para intentar seguir pies, esperar menos desde que salen los pros, y tener menos trafico en la bicicleta;
- Llevar un par de geles más de cafeína para evitar potenciales bajones;
- Usar cordones elásticos en las zapatillas. En esta carrera se me deshicieron en una zapatilla con la consiguiente pérdida de tiempo.
- Usar calcetines finos y vaselina para evitar ampollas
- Evaluar uso de un tritraje de dos piezas dado mi vejiga
- Se confirma que estas carreras me abran el baúl de los recuerdos de otros episodios de mi vida
- Las ventajas de usar material de última generación son relativas. Enrico nadó en 52’… crack!
Me quito el sombrero por la carrera de Adrián que demuestra que su esfuerzo ha dado su fruto.
Recordar que en su otra crónica (que hemos publicado aquí), habla de cómo hasta hace muy poco estos Ironman eran algo inimaginable para él, algo reservado para locos embutidos en medias de compresión y piernas depiladas.
¡Pues ya lleva dos completos y cinco 70.3!
Que nos sirva de ejemplo de lo importante que es la cabeza en la larga distancia.
Me sorprendió mucho el leer que durante el sector ciclista, Adrián tiene serias dudas de si vale la pena someterse a este martirio e incluso llega a pensar en retirarse de la prueba.
Decide seguir adelante y cruza la meta mejorando en 1h 10min el registro que hizo en Zurich hace poco más de un año y siendo el 470° de 2.584 triatletas.
Y es que en un Ironman, lo que separa el infierno del cielo es una línea extremadamente delgada.
Os dejo unos enlaces a sus redes sociales:
- Strava
- Es embajador de Love the Pain
- Más fotos aquí.
He disfrutado mucho leyendo la crónica, gracias!
Gracias por pasarte Peaknik.
Todo el mérito para Adrián por escribirla y por nadar, pedalear y correr esos 226 kms por suelo italiano.
Adrian gracias por tus comentarios,son una lección de superación que mucha gente tendría que leer. No se si es mejor ser finisher o competitivo, creo que lo mejor es conocerse y saber hasta donde uno debe o quiere llegar, los demás sabrán lo suyo. Yo creo que la competencia debe ser con uno mismo para conseguir ser lo que uno realmente es pues pienso que ahí es donde mas cerca estamos de la felicidad y la libertad. Admiro tu voluntad y espiritu de superacion.ME ALEGRO MUCHO DE SER TU PADRINO. Un fuerte abrazo y enhorabuena
Que maravilla, un sobrino que hace Ironman en Italia, increíble! enhorabuena, QUE JAVATO! tu tia de America Aurora
Enhorabuena de nuevo! Eres una machine. Estamos orgullosos de ti. El año que viene a por Kona
Gracias por el comentario Carlos,
La verdad que la temporada que viene es prometedora para Adrián. A ver si se anima a alguna clásica ciclista como la Strade Bianche en Italia también.
Enhorabuena!
Me identifico plenamente ya que yo tb participé en el Ironman de Cervia aunque me quedé muy lejos de esas 10h 44’ 05” que hizo Adrián. Me derrumbé y sufrí mucho en la maratón.
Debo decir que para mí la señalización en la zona de transición no fue clara y me pareció un poco caótica. No sé si yo fui un caso aislado pero en mi zona estábamos todos demasiado juntos. Era bastante agobiante.
Gracias por hacerme recordar duros pero muy gratos momentos.
Muy buenas Luis,
solamente el terminar un Ironman es para estar más que contento. Enhorabuena a ti también!
Gracias por pasarte.
Enhorabuena, sí señor… pero tengo una duda.
Pq viajas hasta Italia con las medias de compresión puestas en el coche pero luego no las usas para correr?
En las fotos se ve que no las llevas, pq? Son molestas?
Pregunto ya que estoy pensando en comprármelas.
Muchas gracias.
Hola Enrico – hay distintas medias de compresion. Hay de competicion y de recuperacion. Las que use en el viaje son mas del segundo tipo ya que fue un viaje de 7h en coche y con estas medias fomentas el riesgo sanguineo para que las piernas no se queden muy «aplatanadas». Puedes usar hasta las medias que usan las embarazadas para este proposito. Respecto a las segundas, es un tema muy personal. La temporada anterior (2016) competi con ellas. En 2017 no lo he hecho. Entrenando no me daban buenas sensaciones. Saludos, Adrian
Saludos Adrian fascinante leer tu historia, podrías darme algunos consejos para este Ironman, me inscribí para irme para allá desde Ecuador, a que correo puedo escribirte ?
Hola Rodmy, pasaré tu interés a Adrián a ver si te puede contactar.
Si tienes alguna duda concreta me encantaría que la escribieses aquí en el blog, así ayudamos al próximo que lo lea 🙂
Viajarías desde Ecuador? Menuda aventura! Enhorabuena y buena elección, disfrutarás mucho de Italia.
Hola Rodmy – Cervia es una carrera menos exigente que otras en el sentido de que es muy llana y el clima en esa epoca es agradable.
Consejos:
1) Ante todo vigilar bien la hidratacion y la nutricion.
2) Ir en modo «hormiga» – reservate fuerzas en la bici para correr. Siempre hay muchos participantes que lo dejan todo en la bici y luego en la maraton andan
3) Hay alguna zona bacheada en la bici. Si por un casual se te cae un bote o la nutricion de la bici, te recomiendo que pares a recogerlo. Perderas 30s pero es mejor eso que pagarlo a posterior por un bajon
Creo que todo lo demas lo cuento en la cronica. Espero que esto te ayude.
Saludos,
Adrian