La relación entre ejercicio y psicología ha estado presente desde tiempos inmemoriales. Tanto en el sentido de que nuestro estado psíquico influye en el rendimiento deportivo así como que el simple hecho de hacer ejercicio influye en nuestro estado de ánimo y mental.
En 1899, William James escribió un artículo sobre la importancia del ejercicio físico para “contribuir a nuestra salud mental, serenidad… además de hacernos estar de buen humor y de trato fácil para con las demás personas.” Otros estudios señalan la conexión entre ejercicio y depresión, concluyendo que los pacientes realizando un ejercicio moderado mostraban claros síntomas de mejoría respecto a otros pacientes que no se ejercitaban en absoluto.
Este es un tema que me apasiona ya que en varias ocasiones he notado ese kick que nuestro estado de ánimo nos puede dar a la hora de realizar ejercicio. Algo tan simple como la forma que tengo de pedalear cada mañana cuando voy al trabajo, para mí, es un claro indicador de cómo va a ser mi día.
Los días buenos…:
Hay mañanas que lo primero que hago al montar en la bicicleta es mirar el reloj para ver si puedo batir mi record llegando al trabajo más rápido que nunca (esto ya es un buen síntoma de que mi cuerpo tiene las baterías a tope), las cuestas se vuelven suaves pendientes que hasta disfruto, voy de pie casi todo el trayecto con un desarrollo fuerte sin apenas notarlo, adelanto a muchas otras personas en el camino, intento pegarme a las bicis eléctricas que me pasan volando para aprovechar su rebufo y en general… me encanta mi bicicleta.
Los días no tan buenos…:
Pero hay días que debo lidiar con la otra cara de la moneda; salgo de casa consciente de que será un trayecto largo, cada cuesta que subo parece formar parte de los Alpes suizos, voy más despacio que de costumbre y me pasa hasta la abuela con el niño en la bicicleta. La mayor parte del tiempo me lo paso pensando en formas de electrificar mi bicicleta.
Y todo esto haciendo el mismo trayecto a la misma hora y con la misma bicicleta. ¿A qué se debe esta diferencia? A lo que me dice mi cabeza y a la manera en que se han alineado las neuronas esa mañana.
Está claro que la mente tiene un enorme efecto en el rendimiento deportivo.
Os quiero mostrar un artículo muy interesante que he encontrado por internet sobre un tipo de depresión que va asociada a la consecución de un logro importante en el que hemos puesto mucho empeño durante un largo periodo de tiempo. Se le conoce como la depresión “Post-Ironman” pero se podría extrapolar a otras facetas o eventos de nuestra vida.
Hace poco he vivido un caso de libro muy de cerca, cuando una amiga se
pasó meses inmersa en la planificación de su boda para semanas después darse de bruces con una sensación de vacío que la transformó por completo durante una corta temporada.
Volviendo al artículo, me gustaría citar la fuente en donde fue publicado el artículo original pero no fui capaz de encontrarla. Parece que se trata de una página escaneada de una revista de deportes aunque el que escribe el artículo es el mismísimo Jason Shortis, un triatleta profesional que hasta la fecha ha cruzado la línea de meta en nada más y nada menos que 83 pruebas Ironman.
El texto está en inglés (el enlace está al final) y he tratado de mantener la traducción lo más fiel al original posible pero os pido cierta clemencia ya que para mi sorpresa, me resulta mil veces más difícil el traducir que crear contenido desde cero. He tenido que dedicarle bastante más tiempo del que esperaba pero espero que os guste tanto como a mí.
Por fin has conseguido tu objetivo de terminar un Ironman. Has disfrutado celebrando tu logro con tus compañeros de triatlón, familiares y amigos. Al volver a tu lugar de trabajo, tus colegas te felicitan y de repente, te encuentras que ya han pasado tres semanas desde el evento. Empieza a parecer un recuerdo un tanto lejano, ya no sientes toda esa adrenalina, el subidón ha desaparecido y tú no eres el mismo que solías ser. Bienvenido a la depresión post Ironman.
Antes de que salgas corriendo a ver un terapeuta debo decir que no estoy hablando de ningún tipo de depresión clínica, esto forma parte de las idas y venidas de la vida. Es muy normal que tras toda la euforia y la inyección de adrenalina que te aporta el conseguir un logro de tal magnitud, el orden natural de las cosas dicta que debes pasar por un depresión.
Tras la carrera, cuando desaparece el dolor muscular te sientes muy bien, quizás hasta increíblemente bien durante un par de semanas.
La excitación te guía a través del cansancio acumulado. Sea como sea, ahí está, esperándote pacientemente a la vuelta de la esquina para apoderarse de ti en cuanto esa energía desaparezca. Dos o tres semanas después es cuando finalmente te alcanza y ese mal estar se asienta en ti. Te encuentras cansado, de mal humor, excesivamente emocional y un poco irracional.
Quizás no sea un problema médico pero ha sido comprobado por mí (y por cualquier otro con los que haya hablado de este tema), la depresión post Ironman existe.
He visto hombres adultos llorando como bebés e individuos normalmente calmados y pacientes perder los nervios sin una razón lógica.
A veces se puede manifestar simplemente como aparente distracción. Me he encontrado en conversaciones sin recordar lo que estaba diciendo a mitad de una frase.
Así que… ¿A qué se debe esta depresión post Ironman?
Yo tengo un par de teorías. Muy a menudo, el alcanzar una meta que nos habíamos fijado en el muy largo plazo va acompañada de sentimientos que podríamos denominar “anti-clímax”. Cuando entrenas para un Ironman, vas incrementando el tiempo, energía y emoción dedicado a alcanzar una única meta, de hecho altera todo tu ritmo de vida.
El día de la prueba puede parecer un día eterno pero es solamente eso, un día. La culminación de meses de esfuerzo es alcanzada y termina en menos de 17 horas.
Normalmente, cuando logras un objetivo tienes una sensación tangible que se prolonga a lo largo de un amplio periodo de tiempo.
Pensemos sobre esto un momento. Imaginemos que tu objetivo es conseguir un puesto de dirección en tu empresa. Una vez logrado ese objetivo, cada día que vas a trabajar te sientes satisfecho y contento por haber alcanzado esa meta y lo mismo podemos aplicar cuando te decides a comprar una casa, tienes un sentimiento de satisfacción y de deber cumplido cada vez que entras por la puerta de tu nuevo hogar.
Esto no pasa en el caso del Ironman. Es muy curioso que aparte de un aumento temporal en tu nivel de forma, no hay ningún otro efecto tangible de que hayas alcanzado tu meta, te quedas a solas con tus recuerdos y esto puede llegar a ser muy frustrante ya que estamos acostumbrados a percibir de manera más profunda y duradera que nuestros objetivos han sido logrados.
Obviamente, esto contribuye de manera clave a esa sensación de depresión que sobreviene varias semanas después del Ironman.
Pero esto no es todo lo que produce ese sentimiento. También nos encontramos con el inevitable; ¿bueno,… y ahora qué? que surge tras un triunfo de este tamaño.
Terminar un Ironman me aporta algo muy especial que ninguna otra cosa en la vida me da y asumo que el resto de vosotros lo sentiréis de forma similar así que una vez concluida la carrera, cualquier otra cosa parece insignificante. Ya has participado con éxito en la carrera más larga que existe en el mundo del triatlón así que… ¿ahora qué?
La solución pasa por darse cuenta de que el siguiente obstáculo a superar para solucionar el problema consiste en volver a los entrenamientos tras el Ironman. Pero esto no será el fin a tus problemas, de hecho, esto puede agravar tu situación.
A menudo pienso que lo más duro de apuntarte a esta competición no es el terminarla, ni el entrenamiento que ello conlleva sino volver al trabajo para preparar tu siguiente Ironman.
Tras 25 triatlones en distancia Ironman este problema no se vuelve más sencillo.
Creo que es una combinación de cansancio y falta de motivación. Afrontémoslo, el Ironman es muy exigente física, mental y emocionalmente así que al terminar te encuentras simplemente quemado. Necesitas un descanso. Por ello empiezas a dormir mucho, ir al bar, te quedas hasta tarde viendo la televisión o sales con los amigos. Hablando claro, te deshaces del hábito de entrenar habitualmente. Esto lo hace todo mucho más difícil.
Si en este punto no te encuentras totalmente deprimido… ¡¡Entonces dime cuál es tu secreto!!
Así todo y con las especiales circunstancias que acompañan el hecho de alcanzar tu Ironman, debemos aproximarnos al problema con una actitud también un tanto especial. Cuando has trabajado tan duro durante tanto tiempo, deberías recordarte tu éxito a ti mismo cada día. No me refiero a que lo vayas gritando por los tejados o dejando pequeñas notas detallando tu hazaña a todos tus compañeros de trabajo sino a que cuando conquistas un Ironman debes mantenerlo vivo dentro de ti porque eso te ayudará a luchar ese abatimiento y simplemente porque… ¡Te lo mereces!
Debes recordarte a ti mismo que hay luz al final del túnel y que esto simplemente forma parte del ciclo natural de las cosas.
Tan pronto como tu ultimo Ironman se haya instalado en tu memoria como un recuerdo y no como algo que has hecho hace un par de semanas, te encontraras entonces en la línea de salida de tu próximo reto Ironman –y para los que ya hemos hecho uno- todos sabemos que lo que sientes en ese día compensa con creces por todo lo que tienes que pasar, antes y después.
Muy buen source.
A mí me pasa cada año cuando termino mi última competición seria.
Me alegro que guste.
Para mí la mejor forma de superar este bajón es empezar a preparar la temporada que viene. Eso y tener siempre presente que es algo normal, natural.