El Tour de Francia no es solo interminables siestas en el sofá sino también escenario de batallas épicas y hazañas dignas de ser revividas una y otra vez.
Eso precisamente es lo que más me gusta de esta Gran Fondo de L’Etape, que te permite vivir o sufrir en tus carnes lo que pasan los profesionales durante un día. No cobrarás lo mismo pero la gloria que te llevas para casa tras cruzar la línea de meta es mucho mayor que la de 129 corredores de los 130 que forman el pelotón del Tour.
Prueba viviente de ello es la gran crónica que nos trae Francisco Palacios, que tras debutar el año pasado con su primer triatlón, decidió probar (con un poco de desconfianza, todo hay que decirlo) con estas pruebas granfondo. Tras leer su historia de esta mítica L’Etape… no creo que tarde en repetir.
Lo grande de esta prueba es que corres exactamente por las mismas carreteras que lo harán los ciclistas profesionales un par de semanas más tarde.
En la edición de este año, han decidido replicar la etapa 10 (la del martes 17 de julio) en la que finalmente no hubo ataques importantes y los gallitos de la general llegaron casi de la mano.
A mí, desde luego, me ha emocionado mucho más Fran con su crónica que el mismo Froome siguiendo la rueda de sus 7 compañeros del equipo Sky.